La Ley 3/1988, promulgada en Catalunya el 4 de marzo de 1988 fue pionera en su entorno. Ya recogía el principio de respeto, defensa y protección de los animales que figuran en los tratados y convenios internacionales. Era una ley que se quedaba corta pero también significaba una auténtica declaración de principios que se ha ido completando con el transcurso de los años. De hecho, el día 4 de julio de 2003 apareció una nueva ley que ya consideraba a los animales como a organismos dotados de sensibilidad física y psíquica. Curiosamente el poder legislativo había tardado unos cuantos miles de años en concretar una idea tan básica como la aceptación de que los animales disponen de capacidad para sufrir.
Está última ley ya explicitaba la necesariedad de que los ciudadanos se responsabilizaran en el momento de adquir un tierno animal y tuvieran conciencia de que ese "peluche", como ellos, crecería hasta convertirse en un ser adulto y que llegado ese momento la responsabilidad inicialmente adquirida se mantendría con plena vigencia. También se creo el Voluntariado de Protección y Defensa de Animales, que pretendía conseguir la implicación ciudadana que permitiera cumplir los objetivos. Mientrastanto la fiesta nacional significaba un autentico oasis que contradecía la ley y el sentido común.
Ayer, por fin, se aprobó una nueva ley que prohibirá las corridas de toros en Catalunya.
Si lo miramos sin pasión queda claro que estamos ante la consecuencia lógica de un proceso que quizás ha durado demasiado tiempo. Si aceptamos que un animal es "organismo dotado de sensibilidad" habríamos de concluir que su tortura no debería convertirse en un espectáculo, pero lamentablemente el debate no se detiene aquí. Los partidarios de la fiesta nacional por excelencia dicen que "el toro no sufre, al contrario, que disfruta". Añaden que esos animales han sido criados para ello y que de hecho han nacido para acabar sus días en una plaza. Además resulta que el sacrificio significa un gran negocio del que viven numerosas familías y eso lógicamente se ha de tener en cuenta. Al final de su discurso acaban cargando contra el nacionalismo catalán al que acusan sin problemas de usar la prohibición como arma arrojadiza contra España. Y eso resulta aún más sorprendente ya que esa misma ley se viene aplicando en la Comun¡dad Canaria desde hace más de una década.
No voy a caer en la tentación de politizar un tema tan obvio como este ya que se reduce a un simple cuestión de conciencia. Creen Vds. realmente que el toro no sufre? Piensan Vds que alguien con un mínimo de cultura puede avalar un argumento tan estúpido? Creen además que el hecho de que existan familias que vivan a costa de la tortura de un ser legalmente dotado de sensibilidad física y psíquica es un argumento de peso? Y por último, creen de verdad que vale todo con el objeto de alcanzar sus objetivos y mantener a salvaguarda un indecente negocio basado en la explotación y el sufrimiento?
Me gustaría decir a los Sres. defensores de la fiesta taurina que está científicamente demostrado que un ser vivo padece cuando le clavan banderillas (sea o no un toro). Pregunten Vds. a cualquier profesional sea veterinario o lampista (ya que en este caso tan sólo se trata de disponer de un cerebro mínimamente poblado de neuronas). Cuando hayan conseguido contrastar tan increíble revelación piensen si vale la pena, por mucho que se trate de una fiesta con gran tradición, hacer sufrir a un ser vivo y disfrutar con ello. Al fin y al cabo en algunos lugares de África, Oriente Medio, Australia e incluso Europa, una aberración del nivel de la ablación de clitoris se vive también como una fiesta cultural y religiosa y como rito de iniciación a la edad adulta, una fiesta, por cierto, mucha más extendida y con más tradición que la fiesta nacional española.
Si ninguno de los argumentos les convence pero no encuentran razonamiento lógico que sirva para sustentar sus exigencias siempre pueden abrazar motivos políticos. Al fin y al cabo cagarse en Catalunya, sea por los toros, el Barça o el Estatut siempre es bien acogido por los potenciales votantes.
JM
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